Por Nadia Alamillo
«Nuestro entusiasmo/odio por este día se está rigiendo por expectativas y estereotipos que están muy lejos de la realidad»
Nos llegó el mes del amor y la amistad, y pensándolo muy bien, quisiera ser cualquier cosa menos el tal San Valentín en febrero, este santo solo tiene de dos, que lo amen y le pongan encima altas expectativas del amor, o que lo odien por continuas rupturas y decepciones amorosas. Y esto ya dejando de lado la clásica de “todo es un mero invento de la mercadotecnia”. No, definitivamente no quiero ser él.
Y es que qué necesidad de marcar un día (como cualquiera) con una etiqueta de amor o de “hate” de acuerdo con lo que nos han dicho que tiene que pasar, o cómo tenemos que sentirnos, o con quién lo tenemos que compartir. Tengo un recuerdo curioso con una amiga de la secundaria que viene a mi cabeza cuando pienso en toda esta presión alrededor del 14 de febrero y me gustaría compartírselas.
Seguro ustedes recuerdan el famoso “Amigo Secreto” que hacía su tradicional aparición en esta fecha, donde los amigos y/o crush mandaban cartas y regalos a través de un grupo de alumnos que pasaba a entregarlos en frente de todo el salón. Pues bueno, para ella esta dinámica era casi tortuosa porque le daba miedo no recibir algo, pero no por el detalle, sino porque qué vergüenza que todos vieran que NADIE te mandaba NADA.
Así que su solución, era ponerse de acuerdo con varias amigas de otros salones, incluida yo, para que nos mandáramos cartas con cualquier mensaje ñoño, que, por supuesto era lo que menos importaba, y así, todos verían que sí le llegaban cartas.
En ese momento y a esa edad me daba risa, pero ahora además de eso, esta anécdota de adolescentes me ayuda a reafirmar algo: nuestro entusiasmo/odio por este día se está rigiendo por expectativas y estereotipos que están muy lejos de la realidad. Porque las circunstancias de cada persona son diferentes, no todos tendrán a la pareja súper detallista, el grupo de amigos, los grandes regalos, la propuesta de compromiso, el viaje para celebrar, la elegante cena sorpresa, y todo lo demás que nos muestran las historias de Instagram. Y está bien, no por eso tenemos que sentirnos excluidos, perdedoras o fuera de lugar.
Está bien darles un sentido mucho más personal a las palabras “amor” y “amistad”, uno que valga nuestras ganas de vivirlo y no solo un día, siempre.
Simplemente celebrando (o no), a nuestra manera, con lo que se puede, se quiere y se tiene: salir con tu pareja, una película con tus papás, salir a pasear a tu perro, ver a tu grupo de amigxs o a tu únicx amigx, o incluso solx disfrutando de un cereal y tu serie favorita.
Porque al final el amor es eso, tratarte bien, sentirte bien, hacer lo que te gusta, estar con quien tú quieres, cuidar de ti. Así que, celebremos el amor.
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